Capítulo 73 — Confesiones, amor y mucho ron
En una de las salas privadas del club Brooks, apartada del bullicio general, Arturo Northfolk estaba sentado solo, con la postura ladeada y la mirada perdida en un punto indefinido del mantel.
Frente a él, una botella de ron descansaba vacía, como testigo silencioso de su intento por ahogar pensamientos que no quería enfrentar.
El reloj marcaba las ocho cuando Esteban Neville entró al club. Sacudió el abrigo con elegancia y, al cruzar el salón principal, devolvió los saludos de varios conocidos. No esperaba encontrar a Arturo en un estado lamentable; de hecho, no esperaba encontrarlo en ningún estado que no fuera impecable. Por eso, cuando abrió la puerta de la sala privada donde se suponía que debía reunirse con él, se detuvo en seco, sorprendido.
— ¿Qué demonios sucede aquí? —preguntó, al ver a su amigo con las mejillas algo encendidas y los ojos entrecerrados.
Arturo levantó la vista lentamente. Le tomó un instante enfocar el rostro de Es