Mundo ficciónIniciar sesiónEl conde Derby apenas dejó la misiva sobre el escritorio cuando la abrió. Las palabras del marqués —escritas con la pulcritud y la determinación que lo caracterizaban— no admitían demoras. Esa misma mañana, recién llegado de su viaje al norte, el conde decidió que no podía esperar: iría al encuentro del señor Arturo Northfolk en persona. Acompañarlo sería, además, la manera de mostrar públicamente el interés por la protección de Virginia; una señal para cualquiera que hubiera pensado en aprovecharse de ella.
— ¿Quieres acompañarme en la diligencia, señorita? —preguntó el conde, doblando cuidadosamente la carta y guard&aacu







