Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl reloj del despacho marcaba las cinco cuando el marqués de Northfolk, Arturo, alzó la vista de los papeles que cubrían su escritorio. La tarde caía lentamente sobre la residencia Ashbourne y todo parecía en calma.
Arturo disfrutaba de esos raros momentos de silencio. Desde hacía días no lograba apartar de su mente la conversación con el conde Derby ni la imagen de la señorita Virginia Herbert entre los rosales. Había intentado distraerse con la administración de sus propiedades, pero cada línea de los documentos terminaba desdibujándose en sus pensamientos, reemplazada por la sonrisa de aquella mujer.
De pronto, un crujido suave interrumpi&oacu







