Capítulo 24 — La noticia inesperada
Cuando Virginia bajó a desayunar esa mañana, notó de inmediato la ausencia del conde y del marqués. La mesa estaba dispuesta con la acostumbrada sobriedad, la plata brillaba bajo la luz que se filtraba por los ventanales, y el aroma del té recién preparado llenaba la estancia. Decidió no esperar a nadie más y compartir el desayuno con Clara Rotten, que ya se encontraba allí.
—Buenos días, señorita Virginia —la saludó Clara con la calma que la caracterizaba.
—Buenos días, Clara —respondió Virginia, tomando asiento frente a ella.
El ambiente era tranquilo, casi íntimo. Clara servía el té con delicadeza, y Virginia se entretenía en partir un trozo de pan cuando la puerta se abrió suavemente y el mayordomo apareció con su formalidad habitual. Llevaba una pequeña nota doblada entre los dedos.
—Señorita —dijo, inclinándose un poco—. Esta carta es para usted.
Virginia agradeció y tomó el papel. Reconoció enseguida la letra menuda y alegre de Charlotte Peyt