6-El juego de la princesa.
Sintiéndose segura de que pronto partiría a la manada de Gregor, Elyria no dejaba de insistirle a Cloe con inquietud.
—Si vuelvo a verme en un aprieto como el de antes, ¿cómo podré quitarme los brazaletes? —preguntó por enésima vez, con el ceño fruncido y una impaciencia que delataba su temor.
Cloe negó con la cabeza.
—Es imposible, Elyria. Desiste de esa idea —sentenció, con un tono que oscilaba entre la preocupación y la severidad—. Y deja de pensar en Escocia. Lo único que lograrás es ponerte en peligro. Yo soy la única que puede ayudarte a controlar tu poder.
Elyria soltó un bufido, desviando la mirada hacia la ventana, como si con ello pudiera ignorar la advertencia.
Cloe suspiró y suavizó su tono.
—Si tanto quieres entrenar, podemos buscar una zona despejada del bosque. Quitaremos los brazaletes poco a poco, hasta que aprendas a manejar tu fuerza divina sin poner en riesgo a los demás.
—No —Elyria la cortó de inmediato—. No lo necesito.
Antes de que Cloe pudiera replicar, una si