Justo cuando la oscuridad comenzaba a reclamar los bordes de mi visión, un movimiento en el linde del bosque me hizo levantar la cabeza con mi último gramo de conciencia.
Una figura emergió de entre los árboles. Un lobo inmenso, de pelaje color ceniza y ojos grises.
"¿Qué es eso?", la voz de Nera era una mezcla de asombro y profunda desconfianza. "Es él. La Sombra. No es un enemigo… pero tampoco un amigo. No entiendo… Su olor no es de amenaza, pero es... poder. Un poder antiguo".
Era él. El Guardián. Se acercó sin prisa, su calma era un insulto a mi agonía. Se detuvo a mi lado, su gran cabeza se inclinó para mirarme. En sus ojos no vi lástima, sino un profundo y resonante reconocimiento. Su mirada no se detuvo en mis heridas, sino que pareció atravesarme, viendo la lucha, la determinación y la razón de mi sacrificio.
Luego, sin esfuerzo alguno, abrió sus fauces y agarró el ciervo por el cuello. Con una facilidad que me pareció imposible, lo levantó y comenzó a arrastrarlo hacia la cas