—Habla —le dije a Dorian.
Él asintió y vi cómo su rostro iba perdiendo cualquier rastro de la ligereza anterior. Se inclinó sobre la mesa, su voz era un susurro grave que apenas se oía por encima del crepitar de las hierbas en la chimenea de Aneira.
—Tu jugada en el festival fue magistral, Naira. Lo ha cambiado todo. La humillación pública ha destrozado a Syrah. Siguen encerrándose en el despacho de Rheon, pretendiendo que todo es normal, pero es una farsa. La tensión se puede cortar con un cuchillo. Él permanece frío, calculador, pero ella... ella pierde los estribos, Naira. Grita.
Hizo una pausa, asegurándose de que nadie pudiera oírnos. —Fue así como la oí. Le gritaba a Rheon que lo estás manipulando, que no se da cuenta del juego que estás jugando. Gritaba: ‘ella sabe algo, Rheon, algo le ha pasado, no es la misma loba de siempre’. Incluso la oí decir que te has vuelto peligrosa.
—¿Y él? —pregunté, siento que mi corazón latía con fuerza.
—No parece creerle del todo, tus palabras e