La noche había caído completamente sobre nosotros, envolviendo todo con un manto de oscuridad que parecía ser más denso que nunca. Los árboles que nos rodeaban susurraban con el viento, pero había algo extraño en ese sonido. Un crujido en la distancia que no era natural, como si algo se moviera entre las sombras, observándonos.
Ashen estaba tenso, sus ojos fijos en el bosque circundante, mientras Dorian parecía más relajado, pero igualmente alerta. Yo sentía la misma inquietud que él, pero no podía apartar la mirada de las sombras que se movían de forma demasiado ordenada, como si no fueran solo el producto del viento o de los animales nocturnos.
—Algo no está bien —musité, casi para mí misma.
Dorian no respondió de inmediato. Su atención estaba dividida entre Ashen y el terreno a su alrededor, como si estuviera considerando alguna estrategia que no me estaba contando. En silencio, avanzamos, pero el aire comenzaba a espesarse, como si la tierra misma nos estuviera rodeando con una fue