Capítulo 174 - Mi padre y tío tienen formas muy peculiares de demostrar cariño.
Los días siguientes amanecieron envueltos en un blanco absoluto. Ucrania se extendía ante ellos como un paisaje recién pintado: árboles desnudos, calles cubiertas por una capa de nieve tan pura que parecía silencio. Después de la última visita al hospital, Bastian insistió —a través del traductor— en que viajaran unos días, que se despejaran, que respiraran la vida que les quedaba antes de regresar a la rutina.
—No se preocupen por nada —les dijo—. Vayan, vean mi país. Disfruten. El trabajo puede esperar; la vida, no.
Así comenzó el viaje.
El tren avanzaba como un suspiro entre los campos nevados. Clara apoyó la frente en la ventana, observando cómo los copos parecían bailar sobre los techos antiguos, las torres de las iglesias, los puentes que se alzaban entre la neblina. Aquella tierra, que alguna vez había imaginado lejana y hostil, le hablaba en un idioma silencioso, el mismo que solo entienden los que miran con asombro profesional.
—Mira eso —dijo, sin apartar la vista—. Las