—Eres astuta, Hannah… De verdad que mi hijo hizo bien en escogerte.
—Pues, gracias por el cumplido— digo un tanto incómoda por la forma en que este señor me mira—, pero si quiere hablar conmigo, mejor vamos afuera.
Debo estar loca ¿no? Es que ¿Cómo se me ocurre decirle al lobo que hablemos? Holmes debe haber entrado en mi cuerpo para darse un festín intentando descubrir lo que pasa verdaderamente en esta familia y de alguna forma u otra lograr ayudar a Benedict, porque no me explico de qué otra forma lo habría hecho.
Mentira, te encanta meterte en lo que no te importa y después no sabes como salir de ahí...
Ya cállate, conciencia.
No quiero y será mejor que hables con ese viejo para saber qué mierdas trama...
Ya, ya, déjame ver dónde nos lleva nueestro suegrito pesadilla primero.
Pff...
No rezongues.
Pff al cubo, pero mira frente a tí...
Caminamos uno al lado del otro, con pasos calculados y de vez en cuando una que otra mirada fugaz, estamos por llegar a su estudio, pero el sigue de largo. Diosito que no me vaya a llevar a mi última morada por favorcito.
—Me cago en dios— digo al ver el hermoso invernadero que está justo frente a mis ojos.
—Este era el lugar preferido de Benedict cuando vivía en esta casa—habla con un dejo de nostalgia, pero de la nada cambia su postura y sus ojos se tornan oscuros como la noche, si es que puede existir algo así—, luego se le ocurrió la estupidez de ser policía y lo perdimos, su futuro era tan... Tenía un futuro brillante como el de mi Daniel, pero no, él debía hacer lo que se le venia en gana solo para llevarme la contraria.
Me abrazo por el frio que estoy sintiendo, pero sigo recorriendo el lugar con este señor. Debía sacar toda la información posible para ayudar a Benedict y no morir en el intento, por lo que me atrevo a hablar.
—¿Y no ha pensado que ese es el verdadero sueño de su hijo? ¿Alguna vez se lo a preguntado? o mejor, haberlo apoyado sin esperar una retribución por amarlo como padre
—¿Tu padre lo hizo contigo? —me retruca y yo recuerdo el escandalo que hizo mi papá cuando se enteró de que quería ser policía.
—Por supuesto que sí y si lo quiere saber no, no estaba de acuerdo con mi decisión. Mi papá es sumamente sobre protector conmigo, pero también sabe escuchar y está pendiente de lo que quiero y sueño.
—Sueños, ideales, sandeces, pamplinas, la vida no es así. Hay que trabajar duro y seguir las órdenes y directrices de la familia, eso es lo que hay que hacer, de sueños no se vive—espeta molesto y yo no aguanto más.
—¿Y usted cree que el soñar con un mundo mejor y servir para ello no es trabajar duro? ¿De qué me está hablando, señor Henderson? Cada persona trabaja por sus ideales y si Ben no sigue los mismos que usted debería respetarlo, apoyarlo y guiarlo para que pueda ser un hombre de bien.
—Eso no es lo que...
—Lo que quieres para mí, padre—dice Benedict entrando en el lugar, se acerca a nosotros y coloca la manta que traía en sus manos sobre mis hombros—. Hanny, no debiste salir así, hace demasiado frio en este lugar y ya habías estornudado un par de veces.
—Gra… gracias—digo en un hilo de voz al sentir su cálido abrazo sobre mi cuerpo.
—Eres un necio, Benedict ¿Cuándo vas a entrar en razón?
—Nunca. Si por mí dependiera esa maldita empresa no existiría ¿quieres eso?
—Suficiente los dos— espeto molesta y comienzo a toser, me había empezado a picar la garganta y de la nada sentía mucho frio—. Por lo menos por hoy cof… lleven la fiesta en paz cof, cof, háganlo por Emily y Daniel.
—Hanny ¿te sientes bien? —la voz de Ben se siente preocupada, pero siento que me habla a lo lejos.
—Yo… solo… necesito descansar por un momento... señor pesadilla. Ya verás que esto se me va a pasar.
—Será mejor que lleves a tu novia adentro, creo que se ha resfriado.
—Pues claro, si la trajiste aquí y ni siquiera le ofreciste algo de abrigo, eres un…
—Ben, por favor, no discutas y llévame adentro.
El señor pesadilla mira con odio a su padre y yo, en cierta forma también, fue muy poco lo que pude sacar en limpio, pero de verdad que sentía mucho frio, aunque mis mejillas me ardían.
De la nada y como si fuera una damisela en apuros, el señor pesadilla me alzó en sus brazos, con los míos me aferré a su cuello y me apegué a su pecho.
—Tu corazón late muy fuerte, señor pesadilla—le digo mientras me rio como niña chiquita.
—Estás desvariando, Hanny, capaz y tengas fiebre ¿Cómo se te ocurrió seguir a ese viejo hasta el invernadero?
—Él quería hablar conmigo.
—¿Y qué te dijo?
—Nimiedades, creo que lo que te debe repetir todos los días cuando te habla.
—Eso será una vez al año, como máximo. No veo mucho a mi familia.
—Me di cuenta por lo que dijo Daniel.
—Eres demasiado astuta, pequeña Sherlock.
—¡No me puedes decir así!—le contesto molesta cuando creo que me va a dejar en el suelo, pero no lo hace y ahí veo que estamos en una habitación— ¿Do…¿Dónde estamos?
—En mi habitación de niño—me dice con una sonrisita pícara, mientras aún me sostiene en sus brazos y nos mueve dentro del lugar.
—Me… me puedes bajar.
—¿Estás nerviosa Cicarelli?
—¿Yo? —pues claro que lo estaba, si me estaba mirando como el gato a la carnicería, pero siempre digna no podía dejarme — Por supuesto que no estoy nerviosa, pero soy una mujer no una niña chiquita a la que tienes que cargar como una princesa.
Intento zafarme de su abrazo para que me baje, pero el tipo está en negación y me aprieta más a su cuerpo.
Creo que aquí también el termostato debe estar descompuesto como pasa en mi habitación de la academia, porque siento demasiado calor, mis mejillas están rojas y siento los pies fríos como hielo ¿Qué m****a me está pasando?
—Hanny, yo… Hanny, detente…
—Bájame, entonces ¿Es tan difícil de entender?
—Parece que la que no entiende eres tú.
—¡Eres un insoportable, señor pesadilla de la calle Elm!
—¡Maldita sea, niña mimada!
Estoy por replicarle a este maldito hijito de la gran fruta, cuando me aferra más todavía a su cuerpo y nuevamente ¡Me besa!
Su mirada es intensa, después de que nos separamos, sus ojazos destellan chispitas y su respiración se escucha entrecorta, al igual que la mía, que decir de mi corazoncito que late como tren desbocado y el calor se está haciendo insoportable.
—Benedict… yo…
—Sientes lo mismo que yo ¿no? Dime si no es así y me detengo de inmediato.
—Yo…Ben…
No sé que me pasa, pero las palabras no salen de mi boca, estoy perdida en esos ojazos que juro que saltan de miedo a lo que le voy a responder, por lo que me aviento al río, el que no se arriesga no cruza o algo así ¿no?
Ahora, soy yo la que toma la iniciativa y lo beso, un tanto cuneteado, pero hago el intento y él me corrige para tomar mis labios con toda la propiedad del mundo. Ambos suspiramos y seguimos adelante con lo que sea que está pasando y cuando creo que nada puede ser mejor, me lanza a la cama y se recuesta sobre mí para seguir besándome con pasión.
—¡Oh, mi dios! — su bulto entre sus piernas choca con mi vientre y la sensación es tan rica y nueva, mi cuerpo vibra con cada movimiento, cada beso y cada toque de este novio falso, pero todo se sale de control cuando una de sus manos comienza a viajar hacia el sur de mi cuerpo, levanta mi vestido y se cuela entre mi ropa interior para masajear entre mis pliegues. Abro los ojos que no sabía que tenía cerrados y veo que el está esperando algo, como si supiera de lo que se trata asiento y vuelvo a besarlo. Creo que la práctica hace al maestro, pues es él quien ahora gime bajito por la intrusión de mi lengua en su boca, que sigo disfrutando de su contacto.
—Hanny, oh Hanny…—es lo que repite y yo me dejo llevar por lo que estoy sintiendo en estos momentos.
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definición de beso cuneteado: Beso dado entre la mejilla y los labios (ref. diccionario chileno)