Busqué a tientas el cristal de comunicación, con la intención de apagarlo. Pero mis dedos, sudorosos y torpes, lo activaron por error.
La voz de Ángel irrumpió en la cabaña, desesperada y urgente:
—¡Camila! ¡Diosa Lunar! ¿Dónde estás? ¡Lucas no... no te dejó en el Arroyo Madera Negra como prometió!
—¡Este juego de libertad previa al vínculo fue un error! ¡No significó nada! Y Sofía... es una loba manipuladora, no vale ni un solo cabello tuyo.
—¿Dónde estás? ¡Voy por ti! Me arrepiento de cada palabra que dije en el claro. Esa maldita sugerencia fue una locura...
Antes de que pudiera responder, Lucas me arrebató el cristal.
Su voz sonó profunda, posesiva, cargada de triunfo.
—¿Arrepentimiento? Demasiado tarde. Ella no regresará a tu guarida. Está en mi cama. Debajo de mí.
—¿Qué? ¡Lucas Piedra Negra!
CRAAC.
Lucas trituró el cristal entre sus dedos. Los fragmentos cayeron junto a la cama.
Luego bajó la cabeza, curvó los labios en una sonrisa oscura y mordió suavemente mi lóbulo, haciendo q