Luego de lograr desatar las manos de Magnolia, Nina sentía que todas sus energías fueron drenadas
Estaba agotada
- Listo, mamá – la pequeña desató las manos de Nina
Aún no tenía ni idea de cómo salir de allí, pero sentir que podía mover sus manos era un alivio
- ¿Estás bien, mamá?
- Magnolia - quería poner un límite entre ellas, pero ante la mirada de la niña, el corazón se le hacía un bollito – cariño, puedes llamarme por mi nombre
La expresión de la niña decayó
- Tú tienes una mamá, no sería justo que me llames a mí de esa manera – agregó, tratando de suavizar su tono lo más posible
Magnolia asintió, claramente decaída
- Magnolia – Nina se agachó para estar a la altura de la pequeña al hablar – me siento alagada cuando me llamas “mamá” pero es algo que debes pensar bien
Secando una lágrima de su mejilla, la niña asintió de nuevo
- Sabes… tengo una hija de tu edad – susurró – pero no la veo desde hace muchos años
Aunque intentaba aceptar lo que Mauricio le había explicado sobre la pé