- Debiste avisarme que eras tú – Mauricio se masajeaba la nuca, adolorido
- No habría sido tan convincente
- ¿Qué pasa ahora, Julieta? – bebió con tranquilidad de la botella de agua que ella le pasó
- ¿De verdad preguntas?
- Por supuesto, no entiendo que se te cruzó por la cabeza para tocar a mi mujer
- ¿Tu mujer? – rio con ironía, de una manera que preocupó a Mauricio
Se limitó a mirarla, tratando de analizar a esa mujer
Sabía, por experiencia, que cuánto más tranquila parecía Julieta, peor era la tormenta que se gestaba en su interior
- ¿Aún te refieres a la mujer de Salvador como tuya?
- Okay… - se puso de pie – veo que no estás en tus cabales hoy y no planeo discutir… solo dame a Nina para irme de aquí
- Lo sé todo Mauricio – se cruzó de piernas, resaltando de manera sensual la curva de sus muslos
El vestido era tan corto y pegado a su cuerpo, que si Julieta se movía un centímetro de más, toda su intimidad quedaría expuesta
Mauricio la miró con el ceño fruncido
- ¿Por qué me mira