Daniela lo miraba atónita.
Esa imagen, la de Marcos y ella juntos, era algo en lo que nunca había pensado.
Pero ahora que lo hacía…
Su respiración se volvió pesada.
- ¿Qué dices? – le preguntó de nuevo.
Marcos se acomodó al filo del sillón, se quitó la campera y la atravesó con la mirada.
La luz cálida, la noche que los envolvía, ese cuadro en el suelo, despertando en Daniela el deseo de ser tocada, besada… poseída y los ojos de aquel hombre, la dejaron sin aliento.
- Dime que al menos lo estás pensando – Marcos sonaba impaciente.
Daniela asintió.
Y él estalló en una carcajada.
- ¡Te lo creíste!
La expresión de Daniela se congeló.
- ¿Qué?
- Era una broma – le explicó Marcos, agarrándose el estómago con ambas manos, muerto de risa – Algún día me cobraría las que me has hecho.
Daniela respiró profundamente.
- Y yo que me había ilusionado… - suspiró.
Marcos se detuvo.
- No me digas que ibas a responderme que sí.
- Sí.
- ¡Mientes! – se acomodó de nuevo en el sillón, sorprendido.
- ¿Por q