Salvador, sentado en el asiento trasero de una camioneta negra aparcada en la entrada del galpón, esperaba a que Marcos terminara de checar que todo estuviera en orden para partir a la siguiente locación.
Marcos subió a su lado en absoluto silencio
Esperó un minuto… dos… media hora. Salvador no hablaba ni parecía siquiera pestañear
- ¿No me contarás cómo salió todo? – inquirió Marcos – podía verlos, pero no podía oír todo…
Salvador lo miró de reojo
- Es broma, escuche todo – Marcos sonaba extasiado – ¡Estuviste genial, Salva! Cuando creyó que te ibas, volviste y le hice un montón de preguntas “¿Me explicarías la verdad?”, así se lo preguntaste - repitió - y la miraste serio… creo que debes dedicarte a la actuación Salva… ella estaba pálida… y entonces ¡Boom! Soltaste la pregunta más importante “Nina Duran ¿Cuál es la verdad?”
El General Domoniccie se arrepintió seriamente de haberle encargado justo a Marcos que siguiera cada expresión de Eva
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