79. Déjame hablar contigo
Entre nosotros todo desapareció. Los sonidos de los autos pasaron a segundo plano. La sensación del viento se desvaneció. Su aroma al entrar en mis fosas nasales se intensificó, era su característico olor amaderado mezclado con su esencia corporal. Como si mi cuerpo recordara nuestras noches juntos, entré en un éxtasis emocional donde mis piernas temblaban. Mi visión hacia él se agudizó, y en sus ojos noté cómo sus pupilas se dilataban.
Mi mente quería que me alejara, que gritara, que lo pateara… pero mi corazón, que estuvo oculto por tanto tiempo y del cual solo él tenía la llave, me pidió continuar.
Mi boca se entreabrió dándole el permiso silencioso que él aceptó. Su boca invadió la mía con la furia de una tormenta que venía no solo a arrasar mi corazón, sino también mi conciencia. Su lengua fue la primera en atacarme, me devoró, me hizo sentir la mujer más amada en la tierra. Adorada. Venerada y, sobre todo, enloquecida. Con fuerza me arrastró, aunque no lo sentí, pues mi mente so