59. Todo lo que necesito.
La noche me regaló la calma que tanto necesitaba. Brian me acompañó hasta mi casa, donde se quedó un rato conversando con mi madre, y al despedirse me besó la frente como si quisiera sellar la promesa de que todo estaría bien. Pero mientras me quitaba los zapatos y me dejaba caer en la cama, la duda me asaltó: si Brian y yo estábamos juntos, ¿podría soportar que parte de su familia jamás me aceptara? ¿Hasta qué punto estaba dispuesta a luchar por nosotros? El recuerdo de Jonathan, con su mirada cargada de desprecio, me taladraba el pecho.
Intenté dormir, pero las preguntas revoloteaban en mi mente hasta entrada la madrugada.
El canto de los pájaros y la luz insistente del amanecer me obligaron a abrir los ojos. Revisé mi teléfono, notando que el monto que Jonathan me había puesto el cual inverti en la bolsa de valores —esa “condición” silenciosa para dejarme estar con Brian— se había duplicado. Ya había logrado lo que él me pidió ¿En verdad lo hice? Observé la pantalla con un suspiro