47. ¿Estás bien?
Él era como el vampiro al que invitaste a tu casa: se queda para no irse cuando le das permiso.
Respiraba agitadamente, aún con mi cuerpo temblando, sucumbiendo al placer mientras mi cerebro intentaba asimilar lo que acababa de aprender. Salió de dentro de mí para que lo tocara, algo que provocó que mi cuerpo se quejara. Tomó mi mano y la llevó a su miembro: estaba como una roca. Jadeé con fuerza al sujetarlo; era fuego húmedo y resbaloso.
—Sí, Laurent… así me tienes —murmuró mientras se agachaba para morderme el labio. Yo jadeé ante su contacto—. Mírate… goteas para mí, Laurent. Tu cuerpo me desea.
Se separó lentamente para mirarme de forma penetrante. Parecía que había dos versiones de él peleando por reclamarme: una suave, otra que no me dejaría caminar. Tomó mi mano, le dio un suave beso con una mezcla de elegancia y ternura. La llevó a su hombro y pude ver sus ojos verdosos brillar… y, de repente, algo cambió.
Sus ojos se volvieron más posesivos. Sus manos tomaron mi cadera con f