89. Segunda unión
Capítulo 89
Las manos de Gladys sudan, su respiración se acorta, su mente se nubla. Por años y años recordaba al hombre de su vida como un simple sueño infantil del cual nunca sería correspondida. No se miden las agallas, ni las pequeñas cosas. Ella no mide ni siquiera la temperatura tan alta de sus mejillas sonrojadas y su corazón acelerado porque en su mente sólo martillea una sensación que agolpa y quita el aliento.
Gladys mira a Juan Pablo en silencio, impactada. Quizás esté como una tonta sin saber cómo responder. Probablemente no pueda cómo responder, y Juan Pablo sonríe, acariciándole las mejillas.
—¿Quieres que yo…?
—Quiero ser tu esposo —Juan Pablo le quita las palabras así sin más. Perdiéndose en ella con una gran sonrisa—. Puedes que creas que estoy loco: y lo estoy. Estoy loco por ti. Completamente loco. No quiero pasar otro segundo de mi vida, ahora más que nunca que estoy a tu lado, sin aprovechar mis días contigo. A mi lado nunca más volverás a estar vulnerable. Yo soy