20. Alucinaciones
CAPÍTULO 20.
Gladys simplemente muere ante las palabras. Ni un aliento sale de sus pulmones, porque allí, en ese asiento, y en cuestión de segundos, su vida ya no parece vida. Germán necesita acercarse más para tomar una de sus manos. Gladys perdió la cuenta de los segundos, de las horas y del tiempo.
—Necesito que me respondas muy bien lo que te preguntaré —Germán no consigue la misma mirada de Gladys porque se quedó en silencio, completamente en shock—. ¿Estás segura siquiera que tienes una hija?
Con semejante pregunta los ojos de Gladys se abren. Sin importarle el dolor y las piernas dormidas se zafa de Germán y se pone de pie a los segundos, como un rayo, como si le causase simplemente asco haber oído algo así. Sus ojos abiertos completamente miran a Germán tal cual fuera un fantasma. Germán se pone de íe.
—Gladys.
Pero ella da un paso hacia atrás y lo señala.
—¿Cómo te atreves…? ¿Qué estás tratando de decirme? —Gladys escupe con lágrimas en los ojos—. ¿Cómo puedes decir es