13. Cobra vida una venganza
Gladys deja caer la carpeta hacia sus piernas.
—Afuera hay un fiscal que con estas pruebas puede llevarlo a una comisaría en segundos. No sé si quieres que haga algo. Soy Emmanuel, Gladys. Conozco a los Villareal desde hace mucho —Emmanuel se inclina hacia ella—. Pero éstas pruebas son contundentes. Es mi amigo, Juan Pablo. Pero tus heridas, Gladys…tus heridas son…
De repente, el mundo para Gladys deja de existir. Infierno y abismo se unen para despedazarla y ese dolor en la espalda, el que le arranca suspiros de desaliento y le lanzan puntadas de un cuchillo directo a cada célula de su cuerpo, no se compara con lo que sus propios ojos observan. Ni siquiera volvió a confiar en él o empezó a dudar de él, nada. Él apareció como el torbellino que fue toda su vida, antes y durante su matrimonio, cambiado…
Claro. Claro que cambió ahora.
Su única manera de deshacerse de ella por segunda y vez y en definitiva era trastornarla en dolor…
Gladys cierra los ojos. Lanza los papales a un lad