12. Horror
—No hables, estás muy delicada ahora —son las primeras palabras de un Juan Pablo con gestos serios, cerca de ella. Su mano en la suya es una prueba física que Gladys no ve a un fantasma y que él realmente es quien le habla—. Necesitas descansar.
—¿D-dónde estoy…?
—En una clínica —responde Juan Pablo—, por favor, no hables. Es necesario que descanses.
Gladys intenta ponerse pie. Un tubo de oxígeno continúa en su nariz y el solo jalón es un pinchazo incómodo. Juan Pablo le coloca la mano en el hombro para detenerla.
—No te mueves.
—Y-yo necesito —con solo unas palabras Gladys se ahoga. Todo su cuerpo duele, e incluso su boca se encuentra adormecida y sigue todavía bajo los efectos de la desorientación.
—Gladys —su nombre en boca de Juan Pablo es un fuego latente que quema en su piel. Lo voltea a ver con los ojos abiertos—. No puedes moverte. Estás débil —el fruncido de ceja de Juan Pablo muestra frustración—, perdiste mucha sangre. Necesitas recuperarte para decirme exactamente qu