Capítulo 78: Una menos.
Lucrecia permanecía de pie frente a él. La piel de su rostro, impecablemente maquillada, apenas lograba disimular el temblor que nacía desde sus manos. Frente a ella, el hombre que alguna vez amó dándole la espalda, con su patético bastón. Sonreía. Esa sonrisa cruel, desprovista de toda humanidad, la misma que años atrás la había cautivado.
—No voy a permitir que lastimes a la única hija que tengo —dijo ella finalmente, rompiendo el silencio que amenazaba con asfixiarla—. Ya le has causado demasiado daño, Sebastián. Demasiado. Y he tardado en comprenderlo… pero ahora lo sé. No vale la pena.
Sebastián soltó una carcajada seca, como un látigo en medio del aire, mientras volvía a mirarla.
—¿Y cómo piensas impedirlo, Lucrecia? —preguntó, alzando una ceja—. ¿Con tus ruegos? ¿Con tus lágrimas de madre arrepentida? No seas ridícula.
Se acercó despacio, con el porte imponente del hombre que sabía tener el control de todo. Caminó hacia ella, despacio, dejando que el sonido de sus pasos se mezc