Capítulo 63: La declaración.
— ¿Te quedaste a dormir aquí? — preguntó Elena cuando iba a la cocina y encontró a Alexander acostado en el sofá.
— Lo hice — respondió —. Necesitaba saber con certeza que estabas bien.
— Lo estoy. — Una sonrisa se extendió por los labios de Elena —. Vamos a desayunar.
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La comisaría olía a papeles viejos y a un café rancio que nadie parecía querer terminar. El murmullo constante de voces, teléfonos sonando y pasos apresurados llenaba el ambiente de un caos contenido. Elena se sentía fuera de lugar, aunque sabía que ese era el sitio donde debía estar.
Alexander entró primero, su porte imponente robando miradas, seguido de Héctor que no se despegaba ni un centímetro de él. Elena caminaba a su lado, con la cabeza erguida y la mirada fija hacia adelante, aunque por dentro su pecho palpitaba con fuerza.
La llevaron a una sala amplia de interrogatorios que parecía más una sala de juntas, donde la luz blanca caía demasiado fuerte sobre la mesa metálica. Frente a ella, un oficial acomodaba