Capítulo 2: Pensamientos Pesados.
El trayecto de regreso a la ciudad fue un silencio pesado. La carretera estaba iluminada apenas por los faros del auto y la luna, que parecía observarlos como un testigo distante e impasible. Elena apoyaba la frente contra el vidrio de la ventanilla, su respiración empañando el cristal, mientras en su mente se repetían las palabras de Rubén y la imagen de su padre, o el hombre que había creído toda su vida que lo era.
“Eres una Valdivia legítima” — había dicho Rubén con un convencimiento que la estremeció hasta los huesos.
“Tu padre es un delincuente desterrado” — había escupido Sebastián en el momento en que la entregó, como si su vida entera no hubiera sido más que una burla cruel.
No sabía cómo enfrentar eso. No sabía si debía gritar, llorar o simplemente callar. Por primera vez, no confiaba ni en sus propios impulsos.
Alexander conducía con una rigidez que delataba la tormenta que cargaba dentro. Cada músculo de su mandíbula estaba tensado. Cada tanto, miraba por el retrovisor hac