Mila y Mia estaban recostadas en su cama, abrazadas a sus peluches favoritos.
La tenue luz nocturna proyectaba sombras suaves en las paredes, y el suave murmullo de la brisa colándose por la ventana parecía arrullarlas.
Paz y Terrance se inclinaron para besarlas en la frente, cubriéndolas con las mantas.
—Dulces sueños, mis princesas —susurró Paz.
—Que tengan los sueños más hermosos —añadió Terrance con una sonrisa.
Las pequeñas cerraron los ojitos, sumergiéndose en la tranquilidad del sueño en un instante.
Paz y Terry se quedaron un momento más, mirándolas con ternura, sintiendo el corazón hinchado de amor.
Al salir de la habitación, Terrance no perdió tiempo. Con un solo movimiento, la alzó en sus brazos con facilidad.
—¿Qué pretende hacer conmigo, señor Eastwood? —preguntó ella con picardía, rodeando su cuello con los brazos.
—Solo cosas buenas, mi futura señora Eastwood otra vez —susurró él, con una chispa traviesa en los ojos.
Ella rio, sintiendo el cálido aliento de Terry sobre s