Paz caminaba por el jardín con pasos lentos, su mente todavía envuelta en la felicidad que sentía por la reconciliación con Terrance.
El aire fresco de la noche acariciaba su rostro, y las estrellas brillaban intensamente en el cielo, como si quisieran iluminar su corazón.
Sin embargo, una sensación extraña se apoderó de ella, una mezcla de ansiedad y anticipación que no podía descifrar.
La luna, alta y llena, parecía observarla desde lo alto mientras avanzaba, imbuida en sus propios pensamientos.
Al llegar al salón del jardín, se detuvo un momento. Las puertas de cristal estaban entreabiertas, dejando escapar una suave luz que iluminaba las rosas blancas y los árboles altos que rodeaban el lugar.
El aroma fresco de las flores se mezclaba con el aire nocturno, pero algo en el ambiente parecía diferente, como si todo estuviera cargado de una tensión invisible.
Paz sintió cómo su pulso se aceleraba y una ligera inquietud se apoderó de ella, pero no podía comprender por qué.
Entró al saló