Eugenio llegó a la empresa, y al cruzar la puerta de Costa Coleman, una sensación indescriptible lo invadió.
Todo ahí le parecía un sueño, como si el lugar fuera un reflejo de todo lo que había perdido y aún deseaba.
El recuerdo de su padre se apoderó de él con una mezcla de nostalgia y frustración.
Este lugar, esta oportunidad, era lo que siempre había querido, pero también era la representación del vacío dejado por sus decisiones pasadas.
Respiró hondo, intentando calmar los nervios que lo recorrían.
Terrance ya lo esperaba. Sentado detrás de un enorme escritorio de madera, su mirada fija como un juez, aguardando a que Eugenio se acercara.
—Si hubieses sido un mejor yerno —dijo Terrance con una sonrisa algo amarga—, no dudaría ni un segundo en tenerte como nuestro científico principal. Gabriel es obligado a ser el CEO, pero tiene su propia empresa. Aldo, por parte de los Coleman, trabaja aquí como CEO, pero... si tan solo hubiera sabido que eras tan capaz, tal vez habrías sido el rel