Capítulo: Amenazas vacías.
Ernesto Coleman levantó a su esposa del suelo, aun en estado de shock, por lo que acababa de presenciar.
La ira se reflejaba en su mirada, pero antes de que pudiera hablar, Patricia, la prometida de Randall, irrumpió en escena con una furia ciega.
—¡Eres una loca! ¿Cómo puedes tratar así a mi suegra? —espetó, abalanzándose sobre Paz con los ojos encendidos de rabia.
Patricia no solo la odiaba por lo que acababa de hacerle a Margaret, sino porque, en el fondo, la temía.
La idea de que Paz tuviera alguna influencia sobre Randall la carcomía por dentro.
Paz, sin inmutarse, esbozó una sonrisa ladeada, tan afilada como una daga.
—Si me atacan, me defenderé —dijo con frialdad—. No lo duden.
Su voz fue un látigo, una advertencia velada que hizo a Patricia apretar los puños con impotencia.
Pero detrás de esa postura altiva, Paz sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Sabía que la guerra apenas comenzaba y se preguntaba por dónde estaría Randall Coleman
¿Acaso ahora la odiaba?
En el pasado