Helena estaba acostada en el sofá viendo películas románticas junto a su madre. Necesitaba inspiración si quería empezar con sus próximos diseños lo más pronto posible.
Pero no se concentraba en la película. Sólo pensaba en Nicolás y en todo lo que habían hecho juntos. Ya eran una pareja oficial.
—¿Qué más ha pasado con Nicolás? —preguntó Sarai, viendo la sonrisa de su hija—. No creo que esa sonrisa sea por la película aburrida que estamos viendo. Además, haberte quedado a dormir con él fue sorpresivo para mí. ¿Estás lista para contarme qué pasó? Te veo muy feliz.
Helena se cubrió el rostro con una almohada, luego la abrazó porque se sentía inquieta. Sarai era la persona perfecta para contarle. Más que su madre, era su mejor amiga de toda la vida.
—Estamos saliendo de verdad. Me pidió que fuera su novia y yo acepté… —confesó, apenada.
Sarai abrió la boca.
—¿Ya no es una mentira? ¿Ustedes dos se quieren de verdad? —preguntó, en shock.
Le costaba procesarlo. Era algo que ella soñ