Estando en la empresa, Helena buscó a Nicolás por todos lados. Le habían dicho que estaba en un pasillo en específico, pero no fue así.
Decidió ir directo a su oficina, ya tenía más derechos de abrir la puerta sin tocar. Y así lo hizo. Bueno, estuvo a punto.
Amanda Moreno salió de la oficina de Nicolás y pasó por su lado con una sonrisa cínica que le erizó cada vello del cuerpo. Helena se quedó quieta, sintiendo cómo esa mirada la atravesaba con una mezcla de desafío y superioridad.
No necesitaba explicaciones. Sabía perfectamente lo que Amanda representaba: tensión, manipulación, algo que no encajaba.
Y lo que más le inquietaba no era la presencia de Amanda en la empresa, sino el hecho de que nadie parecía cuestionarla. ¿Qué hacía esa mujer ahí? ¿Por qué Nicolás la recibía con tanta familiaridad?
Helena apretó los labios. Algo no estaba bien, y lo sabía en lo más profundo del pecho.
Entró.
—Helena, ¿qué pasa? —cuestionó Nicolás, no esperaba ver a su novia justo después de re