Un mes después…
Gabriel estaba acostado en su cama, con la espalda hundida en el colchón y el celular iluminando su rostro. Las críticas hacia Atelier se habían calmado, sí, pero el silencio no era consuelo. Era peor. Porque ahora nadie hablaba… y tampoco compraban.
Las ventas estaban en mínimos históricos.
Los reportes llegaban cada semana con cifras que parecían burlarse de su esfuerzo y eso era lo que más le preocupaba.
Deslizó el dedo por la pantalla, revisando comentarios, estadísticas, mensajes sin responder. En ese momento, Diana entró a la habitación con paso rápido.
—¡Esos hijos de puta nos han invitado a su gala! —exclamó, desesperada.
Le soltó la invitación de mala gana a Gabriel, esta cayó sobre el colchón. Él la tomó con relajo, en ese punto, nada le sorprendía. Estaba desanimado por todo lo que ocurría.
—Sabes que no me gusta ese vocabulario —murmuró, revisando la invitación.
—¿Y tú qué demonios tienes? Llevas días deprimido —se quejó, cruzada de brazos.
Gabrie