—Tenemos que partir —dijo River, rompiendo el silencio que llevaba casi una hora entre ellos. Su voz era firme, como si no dejara espacio para dudas, pero había algo más allí… un rastro de urgencia escondido bajo el tono autoritario.
Lyra asintió, todavía sintiendo el peso del acuerdo que habían sellado algún tiempo atrás. La propuesta seguía danzando en su mente como brasas incandescentes: venganza, justicia y, después, libertad. Era todo lo que quería…
—De acuerdo —dijo, ajustando la capa alrededor de los hombros con más fuerza—. Pero no voy a poder caminar tan rápido.
River la miró por un momento, como si estuviera midiendo sus palabras con cuidado.
—No te preocupes, seguiré tu ritmo.
—También necesito ropa —dijo ella mientras apretaba más el manto viejo alrededor de su cuerpo, cubriéndose un poco más—. No puedo hacer todo este viaje así, el camino es largo.
—Me las arreglaré con eso.
Los dos comenzaron a moverse sin mucha prisa; al fin y al cabo, Lyra no podría ir más rápido au