REY DE OROS. CAPÍTULO 73. Un asistente de efectos especiales
REY DE OROS. CAPÍTULO 73. Un asistente de efectos especiales
Once meses después
El invierno italiano se sentía amable, con ese sol tibio que no quema pero acaricia. Alaric conducía mientras Costanza llevaba los pies descalzos apoyados en el tablero, canturreando una canción que no tenía letra, solo un tarareo alegre. Llevaban casi un mes viajando, celebrando a su manera el final de una temporada intensa.
Costanza había cerrado el campeonato de MotoGP con diez victorias de veintidós, un logro que la había convertido en la nueva campeona mundial. Y aunque la prensa no dejaba de hablar de “la reina de las pistas”, ella lo tomaba con calma. A fin de cuentas las carreras eran una pasión, no una corona.
Habían pasado quince días en Inglaterra con Damian, que ya estaba más alto que ella y de cuya cara ya no se borraba esa sonrisa traviesa de siempre. Alaric se la pasaba discutiendo con él sobre música, sobre fútbol y sobre cuál carrera era más eficiente o cuál le apasionaba más al chico. Cos