CAPÍTULO 2. Mentiras y puñales
CAPÍTULO 2. Mentiras y puñalesEl pasillo del hospital estaba en penumbra, iluminado apenas por la luz amarillenta de un par de lámparas de emergencia. Ulises caminaba de un lado a otro, con las manos metidas en los bolsillos y el ceño fruncido, mientras su madre, Aurora, lo observaba con esa mezcla de cansancio y dureza que solo dan los años y las preocupaciones.—Mira, hijo —trató de disuadirlo la mujer con voz pausada, casi como si hablara para no alterar su propio pulso—. Esto de casarte con Raven fue un acuerdo entre tu abuelo y su abuela. Un acuerdo para mantener el apellido y la fortuna bien asegurados. Así lo dejó tu abuelo en su testamento y hay que cumplirlo te guste o no. ¡Y, siendo honestos, es una suerte que la muchacha se haya enamorado tanto de ti!Ulises bufó, molesto, y se dejó caer en una silla al lado de la pared, mirando hacia el suelo.—Si para ti eso es suerte, para mí fue una maldición —respondió con sarcasmo—. ¡Raven es la mujer más aburrida del mundo, sosa, mo
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