CAPÍTULO 53. Amor y dividendos
CAPÍTULO 53. Amor y dividendos
Las risas iban muriendo poco a poco, ahogadas en el vapor cálido del baño y la mirada cargada de deseo que Rowan le clavó de repente. Sin aviso, sin transición. Era como si las carcajadas se hubieran convertido en hambre.
Raven se apartó de él un segundo. Era la primera vez que lo veía así, de pie. ¡O sea estando bastante sobria! Le sacaba al menos quince centímetros y se sentía una cosa chiquita y acariciable a su lado.
—¡Diablos, estás pensando que soy un peluchito! ¿Verdad? —murmuró con descaro.
—Eres mi cachorrita —replicó él—. ¿Cómo podría ser de otra forma?
Rowan la levantó contra aquella pared y la besó, fuerte, con esas manos que sabían exactamente cómo sostenerla. Raven respondió con la misma intensidad, con ese fuego que parecía habitarle en la piel desde la primera vez que se habían acercado.
El deseo hormigueaba dentro de ella y aún con ropa, se metieron juntos en el jacuzzi. El agua les empapó la ropa al instante, pero a ninguno le importó.