Frutos de la Confianza
El sonido sordo de la azada golpeando la tierra húmeda marcaba el ritmo de la mañana.
Pedro se agachaba con Lluvia Suave, Tierra Fértil
La lluvia comenzó antes del amanecer, primero como un susurro distante, luego como dedos suaves tamborileando sobre el tejado de zinc.
Jasmine se despertó con el sonido y permaneció inmóvil, escuchando el murmullo constante que parecía mecer la casa.
La respiración de Roberta, en la habitación contigua, era un dulce recordatorio de que ese día podría ser de recogimiento.
Se estiró lentamente, con las sábanas aún tibias sobre la piel, y sonrió al recordar el día anterior: las semillas plantadas, las palabras compartidas, el beso bajo las estrellas.
Se levantó, se calzó los calcetines gruesos y caminó por el pasillo.
Pedro ya estaba en la cocina. La ventana abierta dejaba entrar el olor a lluvia y el frescor de la mañana.
Revolvía una olla de gachas en la estufa de leña, el cabello aún desordenado por el sueño.
Al verla, sonrió de