Círculo de Sombras y Luz
La noche se posó sobre la finca con la serenidad de una sábana recién lavada, pero Jasmine despertó antes del primer canto del gallo, inquieta.
Apoyada en el marco de la ventana, observaba la silueta oscura de las colinas y sentía el corazón latir en un compás distinto, casi irregular, como si un pájaro encerrado batiera las alas dentro de la jaula de su pecho.
Sobre la cómoda, un sobre amarillento aguardaba desde la tarde anterior.
El sello del banco relucía bajo la luz tenue de la lámpara, recordándole que los fantasmas no desaparecen sólo porque el sol amanece hermoso.
Cuando los primeros hilos de gris rasgaron el este, se vistió con un pantalón de algodón, una blusa sencilla y salió.
Un aire húmedo, impregnado del aroma del albahaca recién regada, acarició su rostro.
Afuera, la neblina abrazaba las cercas como lana de oveja. Cada paso que daba parecía resonar más allá del patio, como si la finca intentara adivinar su estado de ánimo.
Pedro ya trabajaba cer