Resonancia de promesas
El canto del gallo se esparce por el valle como clarín del amanecer, pero dentro del cuarto aún semioscuro, Pedro sigue despierto, mirando el techo de madera que cruje con un ritmo acompasado.
Hay una sonrisa atrapada en la comisura de sus labios, vestigio del beso bajo los naranjos la noche anterior.
Al cerrar los ojos, aún percibe la suave presión de los labios de Jasmine, el perfume cítrico impregnado en su camisa y el calor tembloroso de un futuro que se abre ante él.
Inspira hondo, intentando contener la emoción que vibra bajo su piel.
Hoy es un día importante: recibirán a agricultores vecinos para mostrar las innovaciones de la finca. Jasmine lo sugirió después de que Paulo confirmó la compra de las hortalizas.
Recibir gente de fuera significa, para ella, que el ciclo del miedo se está rompiendo.
Para Pedro, es la oportunidad de demostrar que las semillas de luz y raíces profundas que han plantado juntos ya brotan.
Se levanta, se pone su pantalón de lona o