Enamorada Ares, su primer amor, con que planea un futuro en medio dificultades y las diferencias sociales, Amelia se ve arrinconada a una difícil decisión. Su felicidad se ve amenazada cuando su familia se encuentra en medio de una crisis financiera devastadora, debido a las adicciones al juego de su padre. Cuando la situación llega a un punto crítico, los padres de Amelía hacen un trato desesperado. El precio de este acuerdo es que ella debe casarse con Edric Rausing, un hombre poderoso, a pesar de sus sentimientos por Ares y su resistencia inicial. Atrapada en un matrimonio que nunca deseó, enfrentando una vida que parece haber perdido todo sentido, su amor verdadero queda atrás mientras ella lucha por adaptarse a su nueva realidad. El sacrificio que hizo, la conduce por un camino lleno de secretos oscuros, y sobre todo de infelicidad… Pero lo que ella no sabe, es que su amor del pasado regresa a su vida, y no precisamente a recuperarla, además, ella ha ocultado algo que le pertenece a él…
Leer másAmelia.
—¿Crees que sea posible?
Ares me observó con una sonrisa, esa misma que me había enamorado locamente de él, a pesar de que teníamos solo meses de estar viéndonos.
—Todo es posible, si lo quieres…
—Bueno, mírate tú… estás por ingresar a las fuerzas armadas… pese a… —me frené de golpe, y su rostro se puso serio.
—Dilo… pese a mi condición económica…
—No quise decirlo así…
—No importa baby… ¿Crees que eso me ofende? Para nada… voy a ser el mejor militar… incluso iré más allá… llegaré a lo más alto…
Sonreí.
—¿Serás capitán algún día? ¿Incluso un general de la fuerza armada? ¿Me salvarás de mi propia familia?
—Seré algo de lo que puedas estar orgullosa… en mis brazos siempre estarás segura —sus dedos delinearon mi mandíbula y me sonrojé.
—Por favor… no me dejes… —Ares frunció el ceño y se acercó.
—Nunca… no si no sueltas mi mano… esperaremos un año más… cuando ya esté formal en la escuela… te raptaré y te llevaré al fin del mundo…
—Eso espero… porque yo iría a ese fin del mundo por ti, Ares —él me sonrió y luego besó mi boca.
Ares tenía 27 años, pero parecía mucho mayor. A lo largo de su vida literalmente había arañado su existencia a la supervivencia, y a lo que más amaba… Ser militar.
—Y yo destruiría el mundo por ti baby… —lo abracé con fuerza, y luego escuché mi celular.
Papá estaba en la pantalla y miré a Ares para que él asintiera.
—Vamos, debes irte…
Y negué.
—No quiero irme todavía… llévame al fin del mundo ahora… por favor…
Él tomó una aspiración corta, y luego encendió su motocicleta.
—Iremos a un lugar…
Sonreí cuando lo mencionó. Era nuestro lugar de encuentro preferido. Ares apenas había hecho unos años de servicio militar, y ahora en unos meses se iba en definitiva a estudiar por completo la carrera.
Estábamos en la mira del cielo oscuro de su batallón, y al que yo solía escaparme después de algunas clases de la universidad.
Esta noche nos besamos como nunca, era como si no quería salir de este día, y fue él que se detuvo en medio de la agitación.
—No baby… no será así… —su respiración era entrecortada, pero no quería quitar esta magia.
—Por favor… quiero ser tuya… …—sus ojos me miraron intensidad y luego sus dedos restregaron mis labios.
—No puedes tomar esto a la ligera, se trata de tu pureza…
—Quiero que sea tuya, Ares, ¿no lo has entendido? Quiero ser tuya… me entrego a ti porque te amo… por favor…
Ares me miró con mucha intensidad, y luego tomó mi boca en sus dedos.
—También te amo, Amelí… lo hago con fuerzas…
No sé cómo explicar que se sintió estar con el hombre que amaba, no sé cómo explicar cómo era entregarse no solo en cuerpo, sino el alma y todo de ti en un acto sublime… además, Ares hizo todo mágico, así que sentí que me había unido a él de por vida.
Nos despedimos con un beso único y una promesa en el corazón, y luego, él tomó mis mejillas.
—¿Nos veremos mañana… antes de que te vayas?
—Por supuesto… no puedo irme sin despedirme de ti… de igual forma, sabes que no es una despedida, ¿cierto?
—Lo sé… Te amo, Ares…
—Y yo te amo a ti, Amelí… —estaba girándome cuando él me detuvo—. Te estaré esperando…
Sonreí ante su forma de llamarme, y luego lo besé con fuerza.
En una hora y media llegué a mi casa sin ningún altercado, me quedé dormida con una sonrisa en la boca, y al siguiente día, me levanté tratando de adaptarme al dolor entre mis piernas.
Me fui a la habitación de algunos de mis hermanos para molestarlos, pero ninguno de ellos estaba allí, y cuando bajé a la sala amplia de mi casa, parecía que alguien había muerto.
Mamá tenía el maquillaje corrido, y mi padre estaba con la cabeza baja. Incluso podía ver que tenía la misma ropa de anoche.
Al mismo tiempo, mis hermanos tenían una cara de preocupación.
—¿Qué ocurre? —me atreví a preguntar mientras mamá sollozó.
—Tenemos un gran problema… —los miré a todos y me abracé a mi misma.
—¿De qué se trata?
—Tu padre se involucró con gente peligrosa… ayer perdió la casa, nuestra fortuna en el juego… y… aun así está debiendo…
Mis ojos se abrieron mirando a mis hermanos.
—Tenemos mucho dinero… —pero mamá negó.
—Tu padre debe todo… Amelia… todo en lo absoluto… —mis hombros se agacharon, y luego fui a donde mi padre tomándole de las manos.
—No pasa nada, papá… venderemos la casa, las propiedades… buscaremos la forma… el banco puede… —obtuve la mirada roja de mi padre que me hizo callarme enseguida, como si no hubiese dormido en toda la noche, pero la angustia en sus ojos era preocupante.
—Mi chica valiente… lo siento mucho…
—¿Qué? —mi pregunta salió como un susurro.
—Tu padre aceptó un trato, Amelia… —me giré hacia mi madre esta vez.
—¿Qué trato?
—Los Rausing van a ayudar a tu padre, a todos nosotros…
Mi ceño se frunció. Si había algo de ellos que no me gustaba, ese era Edric Rausing, con el cual me había topado algunas veces en el club donde muchas veces nos reuníamos en familia.
—¿Por qué nos ayudarían? —mamá bajó la mirada y mi padre se levantó besándome las manos.
—Te… te he prometido a Edric Rausing, Amelia… ustedes se casarán en poco tiempo… solo de esta forma, solo así podemos…
Mis pies fueron hacia atrás. Apenas iba a cumplir veinte años… ¿Cómo era posible?
—Yo… ¿Cómo puedes decirme algo así? Edric Rausing es el demonio…
Papá soltó unos sollozos tapando su boca, mientras toda mi familia me miró, como si yo fuese la peor persona de todos al negarme.
—Amelia… esto no se trata solo de dinero, sino de personas peligrosas… la vida de tu padre está en juego… la de todos nosotros, incluso la tuya…
Mi boca tembló mucho, y solo negué como si me dijera a mí misma, que esto no iba a suceder, pero estaba muy lejos de ello…
Me obligaron a casarme a mis veinte años con el heredero de los Rausing, un hombre que me llevaba diez años de diferencia, que tenía influencias políticas muy grandes, y enormes negocios oscuros.
Eso todo el mundo lo sabía, pero nadie hablaba de ello.
Mi padre era adicto al juego de apuestas, tuvo amistades que no le ayudaron a lo largo de su trayectoria empresarial, lo que lo llevaron al declive, y por supuesto a nuestra propia desgracia.
Mi familia, que había amasado una enorme fortuna, estaba en la quiebra, así que no había mucho que explicar, yo era el sacrificio hecho persona, y en un momento me encontré caminando al altar, uniéndome a un acuerdo familiar importantísimo, mientras aquel hombre desconocido y algo desquiciante, me esperaba con un rostro sombrío.
No me presenté aquel día para despedir a Ares, el amor de mi vida, fui toda una cobarde cuando le envié una carta diciéndole que él no estaba a mi altura, y que me había dado cuenta de que, merecía algo más…
Tal vez me quemó la existencia escribir esa carta, pero era la única forma de que él no me buscara y se olvidara de mí.
Se me olvidó por cuantas horas y noches lloré, y me aborrecí a mí misma por no haber escapado de esta tragedia, pero un mes después, cuando Edric Rausing alzó el velo de mi vestido y selló sus labios fríos con los míos, supe que estaba condenada de por vida, y para siempre…
Y era lo que merecía…
Y más cuando ese día por la noche, en la celebración de la boda, estaba helada, titilando en el baño, mirando una tira de embarazo, que decía: “POSITIVO”
—Mamá… ¡Los invitados están llegando! Un año después, la casa de los Miller estaba llena de risas y felicidad. Amelí, vestía un adorable vestido rosa, y sonreía cuando su hermano le hacía algunas muecas. Habían decorado el jardín de rosa, había enormes peluches, y algunas personas que eran cercanas a su familia. —¿Puedes creer que ha pasado un año desde que llegó a nuestras vidas? —Es increíble cómo el tiempo vuela —respondió Amelia, con una sonrisa—. Pero cada momento ha sido maravilloso… aunque no puedo negar que mucho más complicado… Maxi nunca requiero tanta atención, en cambio, esta chica, ella era un volcán… Ares sonrió y luego le extendió los brazos a Amelí, que apenas se giró y sonrió como si él fuese su héroe. —¡Feliz cumpleaños, princesa! —exclamó Ares, y fue hasta ella levantándola en los brazos, depositando un suave beso en la frente de Amelí. —Papá… Amelí me escogió a mí como la persona que abrirá sus regalos. Amelia se rio y todo salieron al jardín a saludar a los
—Debo irme, con urgencia… —Ares salió de la sede como un demonio mientras Anthony corrió detrás de él.—Pero… ¿Qué dijeron?—Ha roto fuente… es todo…Anthony podía ver como las manos de Ares temblaban y se metió delante de él quitándole las llaves de la camioneta.—Yo manejo, ni puedes pensar por ti mismo.Arrancó la camioneta directo al hospital mientras Ares iba perdido en sus propios pensamientos.Le había dicho a Amelia que no quería dejarla sola, habían pasado días con algunos dolores incómodos, y aunque tenía gente al servicio las veinticuatro horas con ella y Maxi, sabía que, en cualquier omento, iba a requerir una urgencia ante su estado de embarazo avanzado.Le temblaba el cuerpo y el alma, sentía que quería transportarse directo a los brazos de Amelia y saber que ella estaba bien, y la impotencia que ahora lo gobernaba, estaba sacándolo de él mismo.—Más rápido… —dijo apenas en un susurro y Anthony ni siquiera respondió cuando afincó aún más el acelerador.Ares casi corrió c
Los siguientes días pasaron rápidamente, mientras los tres se prepararon para unas merecidas vacaciones en la isla de Hawái. Y el día antes del vuelo, Máximo estaba emocionado, correteaba por la casa asegurándose de tener todos sus juguetes favoritos empacados, y le preguntaba a Amelia cada rato a qué hora se iban.Incluso se quedó dormido en el sofá con una mochila llena de dinosaurios.—Está extasiado…—Hasta yo… creo que tenemos mucho tiempo sin salir, en realidad… nunca fuimos de vacaciones.Ares miró su reloj, y sonrió.—Creo que es hora de levantarlo, hay que llegar al aeropuerto con anticipación…Amelia intentó sentarse en el sofá, pero Ares se acercó a Maxi acariciando su cabello.—Maxi, ¿tienes suficientes dinosaurios para la playa? —le susurró y lo movió varias veces, mientras el chico parpadeó lentamente.—Sí, papá… —su voz fue perezosa y poco entendible.Amelia se rio y negó hacia Ares.—Está muy dormido, tal vez nos vayamos sin él.Pero prontamente Maxi notó que ambos lo
Amelia se sintió tan atendida, y disfrutó la sesión de fotos en la iglesia como ninguna otra novia, además de que Máximo estaba con el humor perfecto.Y después de que se terminaron, Ares se acercó a ella, y le dio un beso profundo que marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas. Se separaron con sonrisas radiantes, sintiendo la felicidad y el amor que llenaba el lugar. Mientras los invitados lanzaban pétalos de rosas y les ofrecían sus felicitaciones, la familia Miller se preparaba para la siguiente fase de la celebración.La recepción estaba decorada con luces suaves y flores a pesar de que era de día, creando un ambiente mágico. Mesas elegantes albergaban a los invitados, quienes compartían risas y anécdotas mientras disfrutaban de la comida y la música.Emily observaba con admiración la escena, sintiendo una profunda alegría por la felicidad de sus amigos y no dudó en compartirlo con el padrino que estaba a su lado.—Me alegra muchísimo por ellos… lo merecen.—Totalmente de ac
—Futura señora Miller… el auto está esperando… —Amelia soltó el aire, totalmente nerviosa, y se miró nuevamente al espejo.—¿Me veo bien?—Te ves radiante, bella… feliz… —Ella sonrió ante el comentario de Emily y le tomó las manos.—No quiero ser pesimista…—Entonces no lo seas… y no digas las palabras.—Emily a veces siento que estoy soñando…—Es normal Amelia… pasaste por mucho, pero mira la vida, estás en un punto ahora que no esperabas.Amelia negó.—Hoy serán dos cosas importantes… me casaré con el hombre que amo, y conoceré el sexo de mi bebé… incluso me dan ganas de llamar a la agencia del pastel de bodas, porque me moriré de las ansias…—¡Ay, yaaa…! —Emily la abrazó—. Me estás poniendo nerviosa…En el instante, la organizadora de bodas, tocó la puerta.—Señora Amelia… ya es hora…—Sí, lo sé… vamos…Emily nunca le soltó la mano, incluso se fue en el mismo auto por petición de Amelia, y no hablaron en todo el camino.Fue alrededor de unos cuarenta y cinco minutos en que Ares esp
La noche anterior a la boda transcurrió entre risas, nervios y una atmósfera de alegría que inundaba la casa de Ares y Amelia. Anthony y Emily fueron los últimos en irse de la casa, y Amelia soltó el aire cuando cayó en el sofá.—Creo que deberíamos irnos a dormir temprano…—Es lo que pienso…—Creo que no dormiré ahora mismo… Estoy un poco nervioso… —Ares miró a Maxi que intervino.—¿Cuál es la razón, hijo?—Pues, debo llevar a mi mamá, como lo hice en el ensayo, solo que esta vez, habrá muchas personas mirándome…Amelia sonrió mirando a Ares y sentó a su hijo en sus piernas.—Dicen que quien lleva a la novia junto a su novio, es precisamente el hombrecito que la novia más ama… y al que más ama a la novia…Máximo asintió.—Eso es cierto, mamá… ni mi papá Ares te ama tanto como yo…—¡Oye…! —Ares lo quitó de las piernas de Amelia y comenzaron a jugar a las luchas—. Quien gane, es quien más la ama.—Tengan cuidado… —Amelia se preocupó cuando Maxi literalmente saltó y cayó encima del cuer
Último capítulo