El silencio de mi despacho se volvía insoportable. Llevaba horas revisando documentos, pero mi mente estaba en otro lugar. En ella. En la mujer que había llegado para poner mi mundo del revés.
Me levanté de la silla y me acerqué al ventanal. La luna creciente iluminaba el territorio con su luz plateada, recordándome que pronto llegaría la luna llena. Pronto mi lobo estaría en su máximo poder, y también en su máximo descontrol.
*"La deseas"*, gruñó mi bestia interior.
—Cállate —murmuré, apretando los puños.
*"Huele como ella. Se mueve como ella. Es ella".*
Golpeé el cristal con fuerza, sin llegar a romperlo. Mi lobo llevaba días inquieto, desde que la había visto por primera vez. Algo en mí reconocía a esa mujer, pero mi mente racional se negaba a aceptarlo.
Era imposible. Lilith había desaparecido hace años. La omega débil y asustada que rechacé no podía ser esta mujer poderosa que ahora desafiaba mi autoridad.
Regresé a mi escritorio y abrí el cajón inferior, el que mantenía cerrado