El amanecer se filtraba por las cortinas de mi habitación mientras observaba mi reflejo en el espejo. Mis ojos, antes apagados por el dolor, ahora brillaban con una intensidad que ni yo misma reconocía. Había algo diferente en mí, algo que iba más allá de la fuerza física que había adquirido durante estos años. Era poder. Un poder que fluía por mis venas como un río desbocado.
Me recogí el cabello en una coleta alta y ajusté mi chaqueta de cuero negra. Hoy no era un día cualquiera. Hoy comenzaba mi verdadero juego.
El Consejo había convocado una reunión extraordinaria y, por primera vez, yo estaba invitada. No como la omega rechazada, sino como la mujer que había regresado para alterar el equilibrio de poder. La noticia de mi enfrentamiento con Damián se había esparcido como pólvora entre las manadas. Nadie podía creer que una omega hubiera puesto en jaque al Alfa Supremo.
Mientras caminaba por los pasillos del edificio principal, sentía las miradas sobre mí. Algunas de admiración, ot