Gael Costa
El murmullo de voces lejanas se arrastra lentamente hasta la superficie de mi conciencia. No sé cuánto tiempo ha pasado. Mi cuerpo pesa, como si cada músculo estuviera envuelto en plomo.
Abro los ojos con esfuerzo, y el primer rostro que veo es el de ella.
Alejandra mi hermana, pero quizás es parte de un sueño.
Cuando el pasadizo se derrumbó pensé que todo había terminado, pero ellas estarían seguras. Nada mas eso me importaba en ese momento.
Mis labios se entreabren, pero no consigo hablar. Me toma un par de segundos procesar que no estoy soñando o sí. Está viva tiene que estar a salvo con mi sobrina. Su rostro, que solo podía apreciarlo a la distancia o en fotos sigue siendo la imagen que me acompañó durante tantos años cuando me enteré de su existencia. Una chica a quien tenía que proteger. Pero ahora... más madura, más fuerte y es madre de una pequeña.
—Gael... —una voz apenas es un susurro, cargado de incredulidad, y algo más me saca de mi en sueño—. ¿Quién eres tú?
No