Capítulo 99

POV: Sebastián

Isabella no estaba llorando.

Eso fue lo que más me alarmó.

Estaba sentada en el borde de la cama, con la espalda recta, las manos apoyadas sobre los muslos, los ojos fijos en un punto inexistente frente a ella. Respiraba con cuidado, como si cada inhalación fuera una negociación con su propio cuerpo. No temblaba. No se movía. No pedía ayuda.

Había aprendido, con el tiempo, que ese era el estado más peligroso.

El silencio absoluto dentro de ella.

Me quedé en el umbral de la habitación sin decir nada. No porque no supiera qué decir, sino porque entendí que cualquier palabra dicha en ese momento sería una intrusión. Isabella no estaba ausente: estaba atrapada. Y cuando entraba en ese lugar, lo último que necesitaba era que alguien intentara rescatarla con frases vacías.

Observé su perfil. La tensión en la mandíbula. El parpadeo lento, calculado. Ese gesto nuevo —demasiado controlado— que había empezado a aparecer desde que Carlos volvió a existir.

No físicamente. Mentalmen
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