En el apartamento de Tony, no se escuchaba nada más que los pasos de él yendo y viniendo, hasta casi dejar un hueco en la sala, mientras se comía las uñas. El boricua, estaba nervioso, caminando de un lado a otro desde hacía horas. Supuestamente, Soria tenía que llegar para cenar y nunca llegó, ya para darle más inri a la situación no atendía el celular. Tony se había cansado de llamarlo y de dejarle mensajes, pero no obtuvo respuesta alguna por parte del chico. Los nervios y los malos pensamientos le estaban jugando una mala jugada al boricua, estaba a solo un paso de salir a buscarlo. Iba a comenzar su búsqueda en su casa y luego en la estación de policía, no podía ser que no le contestara el celular o ni siquiera le mandara un mensaje avisándole que llegaba tarde.
—Por su bien, más vale que le haya pasado algo —apostilla hacía nadie en particular y quedando como un lunático al hablar solo.
Sin poder aguantar más, decide ir a buscarlo de una vez y decirle cuatro cositas. Toma su cha