—Vístete —ordena con la voz más firme y retrocede un paso alejándose del calor del morocho.
Gaby estrecha sus ojos en ella y se da cuenta que no está jugando. Soltando un suspiro se gira para recoger el bóxer que había lanzado sobre la cama antes que ella apareciera.
—No creo que sepas el significado de privacidad, ¿verdad? —Gaby levanta una ceja sugestivamente, mientras se coloca el bóxer blanco. Los ojos de Noe se anclan en la tienda de campaña que se formó por la erección y el bóxer. Él mira lo que ella observa y eleva los hombros—. Se dará por vencido en un minuto —le indica, ella asiente y se gira para dejarlo vestirse solo.
—Voy a preparar café —le avisa sobre su hombro y sale de la habitación.
Gaby se deja caer de espaldas en la cama, frotándose el rostro con las manos y gruñendo.
—Casi me dejo llevar, ¿qué mierda está mal conmigo? —gruñe dándole un puñetazo al colchón—. Y solo lo estaba haciendo para poder manipularla y que abandonara el caso. Soy la mayor mierda de todas —con