Los ojos de Lina se abren de golpe y los vuelve a cerrar cuando siente un pinchazo en ellos por las luces resplandecientes que entraban desde la puerta abierta de su habitación. Puede escuchar todo el ajetreo de aquellos que quieren llevársela y de los que están cuidando de ella. Muy despacio comienza a abrir los ojos otra vez y, aguantando el pinchazo de las luces en ellos, los deja abiertos para poder ver a su alrededor y saber hacia donde ir para esconderse hasta que su cuerpo reaccione a la exigencia que le inculca la situación. Se sienta en la cama con mucho esfuerzo, sintiendo como sus piernas cosquilleanas; con ayuda de sus manos, las bajas de la cama hasta que sus pies tocan el frío suelo. Poniendo toda su fuerza en sus brazos para agarrarse de la cama comienza a levantarse. —Lina? —escucha un murmullo a un lado de ella y levanta la mirada para encontrarse con los ojos de Ian viéndola asombrada. —Ian —habla con la voz pastosa por el desuso. Se apoya en sus dos pies con velocid