Noe llega a la estación de policía y se dirige directo hacia donde se encuentra su amigo Correa, para así poder pedirle un favor.
—Hola, muñeco —saluda entrando al lugar.
— ¿Qué pasa, preciosa, tu novio ya se dio cuenta que no te mereces?
—Está en negación —continuúa con la broma.
—Hay que arreglar eso —se burla—. ¿Dime, en qué puedo ayudarte?
—Consulta —articula—. ¿Si yo te hago una foto, podrás buscar el nombre de esa persona? —indaga con cuidado.
—Me ofende que preguntes, Alba, por supuesto que sí —le responde—. Muéstrame.
Noe saca su celular del bolsillo y comienza a buscar en la galería la foto y luego se lo tiende a su compañero.
—Es él —le dice.
—¿Es el otro? —curiosa en complicidad.
—No bromees —le reprende—. Es el barman del club Zeus.
—¿Y por qué quieres saber su nombre? ¿No te lo dijo? —indaga el chico.
—¿En serio, Correa? Trabaja en ese lugar, no sé su nombre, solo un apodo y no sirve ya que se lo puse yo —Él eleva una ceja—. Historia larga, no preguntes —le corta antes de