DMITRI
Las palabras de Boris no eran erradas, quizás no tenía razón en todo y aún un hilo de amor seguía defendiendo consciente o inconscientemente a Nikita, pero eso no lo alejaba de la realidad.
Alguno de los míos me estaba vendiendo. Y aquello era fácil de saber si manejaba la información de manera correcta. Pero el mayor problema era el que decía Boris: cualquiera que sea el traidor interno… no haría ningún movimiento ahora para no levantar sospechas.
Marko y Carlo seguían hablando, repitiendo sus dudas sobre la reunión con Zaitsev como si el simple hecho de decirlo muchas veces lo volviera más razonable. No lo es. Nunca lo será. Pero eso no cambia el hecho de que ya lo decidí.
Boris llegó con su eterna arrogancia a cuestas, vestido como si viniera de follarse a media ciudad, con ese aire de que nada le toca, de que nada lo rompe. Lo dejé hablar, bromear, provocar a los otros dos. No me importaba. Lo que me importaba era escucharlo. Ver cómo reaccionaba. Saber qué tan lejos estaba