Similares Cap 5

Sujhan sonrió débilmente —No necesito médico… solo tengo hambre —

Andy le ofreció una bolsa de papel —Toma, come este emparedado de jalea, te hará bien. Y aquí tengo jugo de naranja —

Ella lo miró y, por un instante, el gesto quedó suspendido al notar a quien estaba en el asiento delantero. Un hombre de buen perfil y ojos verdes la observaba por el retrovisor; el parecido con su esposo la incomodó.

—¿Y usted quién es? — Preguntó con reservas.

El hombre bajó la mirada, calmado —Soy Andy. También voy al pueblo. Por favor, no me mires con desprecio; no he venido a hacerte daño. Solo te ofrecí comida y jugo —

Sujhan aceptó con un “Gracias” escueto y tomó el emparedado, apartando la mirada para no comparar más.

—Maynor, ¿Me pueden curar las heridas? Me duelen — Dijo, tocándose la cara con gesto de protección.

—No puedo hacerlo yo — Contestó Maynor con pesar— Me quitaron la magia y aquí solo el médico la posee y él, sus manos saben que hacer —

Andy se inclinó hacia ella con suavidad —Si quieres, puedo intentarlo — Ofreció.

—No, gracias — Respondió ella con desconfianza— Sanarán solas. ¿Por qué dicen que no tienen magia? ¿Porque cometieron algún delito? —

—Diría más bien que fueron víctimas de injusticias — Explicó Maynor— A nuestros patrones nos acusaron de cosas que nunca investigaron. Por eso nos quitaron la magia. ¿Quién puede contradecir a un líder como Lissandro o a la matriarca de los clanes? —

Sujhan se dejó llevar por la tristeza —Si yo fuera la hija principal tendría magia… estaría cuidada, sin golpes. Nadie quisiera ser entregada por poder a quien te lastima —

Andy tragó saliva, con remordimiento en la mirada —No quisimos ofender — Dijo— Déjame intentar curarte —

Maynor resopló, notando que su compañero había metido la pata antes, pero asintió en silencio. La tensión en el vehículo se espesó; Andy se movió hacia la parte trasera, abrió una mochila y sacó un frasco pequeño con hojas trituradas y un paño limpio. Olía a tierra mojada y romero.

—Maynor, por favor, párate un momento — Pidió Andy con voz baja.

—Pero ya estamos a pocos kilómetros y se está haciendo de noche — Replicó Maynor, inquieto—

—Será rápido — Insistió Andy.

Maynor desaceleró y detuvo el vehículo a un lado del camino. El crepúsculo teñía los pinos de gris azulado. Andy recogió unas hierbas del borde del camino con un poco de su magia, un halo leve e imposible de ocultar, las machacó en el frasco hasta sacar un líquido espeso y aromático, y luego abrió la puerta trasera para sentarse junto a Sujhan.

Con manos firmes y cuidadosas, limpió la suciedad de las heridas de su rostro. No habló mucho; sus movimientos eran precisos. Puso compresas empapadas en el ungüento y las presionó donde los moretones comenzaban a inflamarse. Sujhan cerró los ojos y, por primera vez desde que había escapado, dejó caer una respiración que no parecía temblar tanto.

Maynor observaba en silencio por el espejo retrovisor, incómodo y vigilante. Andy, sin levantar la vista, murmuró —No soy él. No te golpearé. Estoy aquí para protegerte —

La frase flotó entre los árboles mientras la carretera los llevaba de nuevo hacia el pueblo, ahora con las sombras alargadas. Sujhan, más pálida pero menos rígida, tomó un sorbo del jugo. El alivio fue pequeño, pero real.

A lo lejos, las luces del poblado empezaban a parpadear, una hilera de faroles, una cabaña con humo en la chimenea. El motor volvió a encenderse y el vehículo retomó su camino.

Andy decidió no usar más magia sobre Sujhan, consciente de que cualquier gesto demasiado poderoso podría asustarla o hacerla sentir traicionada por aquellos que intentaban protegerla. Debía ser cauteloso y ganarse su confianza.

—Toma esto, te ayudará a sentirte mejor — Dijo, extendiéndole un pequeño frasco con una sustancia tibia y aromática —

—Estoy bien, gracias — Respondió ella, con voz débil, aunque la fiebre comenzaba a notarse en sus mejillas.

—No lo estás — Replicó él con suavidad— La herida de tu rostro está empezando a causar fiebre. Déjame ayudarte a sanar esos golpes —

Andy le sonrió levemente y colocó la mano junto al frasco, ofreciéndoselo con cuidado.

—Gracias — Murmuró Sujhan, temblando. La proximidad de Andy y el recuerdo de su esposo hacían que su miedo creciera, aunque supiera que él no era su agresor.

Con manos cálidas y seguras, Andy rodeó su rostro y aplicó la mezcla suavemente, dejando que su toque sanador hiciera efecto sin recurrir a magia visible. Sujhan cerró los ojos, conteniendo el miedo a recibir un golpe.

—No temas — Susurró Andy— No te haré daño —

Sintió un alivio lento, casi tibio, y por primera vez desde su escape pudo respirar sin tensarse.

—Ya está curada — Dijo Andy— Puede que aún te sientas un poco cansada, pero con los días todo desaparecerá —

Sujhan abrió los ojos y, con cautela, le dio las gracias —Comprendo… gracias —

—Ya casi llegamos — Informó Maynor, señalando por la ventana— Esta es la aldea. Aquí puedes comprar suministros, ropa, semillas y algo de comida. Más adelante hay un lago donde puedes pescar. Y si quieres instalarte en un lugar apartado, en los alrededores encontrarás un sitio para hacerlo —

—¿Me puedes ayudar, Maynor? — Preguntó Sujhan, aún insegura— No sé cómo funciona el dinero acá —

—Claro, no te preocupes — Respondió él con una sonrisa tranquilizadora.

Al bajar del vehículo, Maynor la presentó a algunos habitantes del pueblo. La gente los recibió con curiosidad, pero sin amenazas. Juntos compraron comida, tres juegos de ropa, herramientas básicas para sembrar y otros artículos esenciales para sobrevivir en ese lugar. Sujhan observaba todo con una mezcla de asombro y alivio; Al fin y desde las semanas de escape, sentía que podía empezar de nuevo, lejos del dolor que la había perseguido.

Mientras regresaban al vehículo, Andy la miró con seriedad —Todavía hay mucho trabajo por hacer contigo. Pero poco a poco, podrás recuperar fuerza y confianza —

Sujhan asintió, tomando aire y dejando que el entorno y las personas del pueblo fueran su primer refugio seguro. El miedo y la fatiga parecían ceder espacio a una pequeña esperanza.

Al llegar al centro del pueblo, Andy se bajó con discreción. Se despidió en voz baja de Maynor y Sujhan; Maynor, a su vez, la llevó con su esposa para que descansara aquella noche.

—Sujhan, ella es mi esposa, Emili, y este es mi hijo, Sarian — Presentó Maynor con orgullo suave.

—Mucho gusto — Dijo ella con una sonrisa temblorosa.

—¡Niña, qué linda eres! Bienvenida — Saludó Emili, acariciando la mejilla de Sujhan con ternura.

—Gracias — Respondió Sujhan, aún con la voz rasposa por el viaje.

—Deben estar cansados, hambrientos y con ganas de descansar — Dijo Emili, ya en modo anfitriona.

—La verdad es que sí — Aceptó Maynor.

—¿Te gustaría bañarte, Sujhan? — Ofreció Emili.

—Se lo agradecería mucho — Contestó ella, aliviada.

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